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El capitalismo es la pandemia. Coronavirus y trabajadores.

El 31 de diciembre del pasado 2019 China dio al mundo la noticia de una nueva cepa de coronavirus que poseía las condiciones de poder transmitirse al ser humano.

Ahorro al lector dar una charla sobre la naturaleza del virus que, como es sabido, se ha difundido abundantemente provocando una considerable cantidad de infectados en todo el mundo.

Preferiré hablar sobre cosas más de interés para los trabajadores.

Aspectos económicos

En las prácticas del capitalismo es casi un ritual la especulación económica porque, como bien se sabe, entre menos productos haya más caro se venden estos y entre más productos haya estos bajan de precio.

Así es que, en vías de obtener ganancias suficientes, el capitalismo hace que se produzca no en virtud de la demanda, sino en vistas a obtener una reducida oferta que haga subir sus precios (1), lo cual veremos un poco más adelante en el tema petrolero.

De esta manera tenemos muchos ejemplos en los que las fábricas no se ponen a trabajar al 100%, sino solo lo suficiente para mantener abastecida la demanda (2); tenemos también el ejemplo de barcos arrojando alimento por la borda en el mar antes de regalarla o venderla a bajo costo; incluso podríamos hablar de las llamadas “huelgas a la japonesa”, una leyenda (no se ha comprobado su existencia) en la que los trabajadores en huelga en lugar de detener la producción trabajan a todo vapor, produciendo así un sobre abasto de mercancías y la consecuente caída de precios con el daño lógico a la empresa.

Tenemos, pues, un hecho reconocido por la economía, y que aplicado al contexto de la pandemia se traduce en lo siguiente: al parar los trabajadores la producción debido a la pandemia los productos se irán agotando en corto tiempo y la subida de precios es la secuela lógica de ello.

Es claro que no todos los trabajadores pararán, pero sí una mayoría (3).

Algunos de estos trabajadores irán a casa con goce de sueldo, pero muchos de ellos irán a casa con los bolsillos vacíos.

¿Qué significa esto?

Los trabajadores que gocen de sueldo tendrán poder adquisitivo, pero las mercancías habrán subido de precio, por lo que su situación no será del todo la mejor, porque el dinero le rendirá menos; los trabajadores que no gocen de sueldo, al no tener poder adquisitivo, no podrán adquirir lo necesario para su supervivencia y esta se hará mucho más precaria de lo que ya era.

En cuanto a la economía, al no haber un poder adquisitivo estable, las mercancías van a escasear por la falta de productores, por un lado, y por el otro no podrán ser fácilmente adquiridas; la mercancía que haya será vendida a precios altos, con lo que de forma inmediata aparecerá una condición de pobreza peor para los trabajadores.

El dólar se ha posicionado en un sitio de privilegio; las mercancías aumentan de precio exponencialmente a nivel mundial, y la especulación de ciertos productos es un hecho palpable.

A los capitalistas les viene de perlas este virus, porque si bien sus almacenes no estarán al 100%, ello les asegura una subida de precios.

Se trata, ahora, de que el Estado, esa institución de protección al capitalismo, se dedique a asegurar un mínimo de poder adquisitivo a los trabajadores, tanto para que la producción no se detenga del todo, como para que los trabajadores tengan la posibilidad de adquirir sus productos. A precios altos y con consecuencias desastrosas, pero poderlos adquirir.

En el fondo nos encontramos con las prácticas diarias del capitalismo, pero de una manera emergente: hacer que los trabajadores vivan en unas condiciones de pobreza, pero no tanta para que puedan seguir vivos; sumir al pueblo en la miseria, pero darle un mínimo de dinero para que puedan seguir consumiendo.

De esta manera vemos al gobierno “preocupado” porque no se produzcan recesiones económicas. Dando créditos a las empresas, a los trabajadores. Facilidades de pago para ciertas cosas, descanso con goce de sueldo para unos trabajadores y pagos medios a otros.

No se ocupan de impedir la especulación, sino de dar un mínimo de posibilidades de compra a los trabajadores. No es gratis, desde luego.

Los créditos y facilidades de pago a los trabajadores no significan otra cosa que los trabajadores no solamente estarán explotados, en la miseria y sin un trabajo que les permita salir un poco adelante, sino que además estarán endeudados hasta el cuello.

No detienen la especulación, he dicho líneas más arriba.

Efectivamente: los productos suben de precio de forma exponencial sin que los Estados se ocupen de detener esto. Harán, si acaso, alguna cosa contra algún establecimiento, pero dejarán en total impunidad a grandes empresas para que especulen con los precios, o como mucho les impondrán multas que no significan apenas nada en comparación con las jugosas ganancias que estos obtienen.

Y es que la especulación no se circunscribe al mero hecho de subir los precios, sino que se realiza incluso cuando estos se mantienen iguales a los tiempos anteriores a la pandemia. Me explico.

A mediados de marzo del presente año, ya en presencia del coronavirus, Arabia Saudita lanzó una ofensiva petrolera realizando una sobreproducción petrolera (hasta 1,000,000 de barriles diarios) que obligó a Estados Unidos a bajar sus precios y con ello a todos los países petroleros.

Hemos visto antes que entre menos productos haya se venden más caros, y entre más producto haya se vende más barato.

Pues bien. La ofensiva petrolera de Arabia Saudita trajo consigo una caída mundial del precio del petróleo.

Esta baja de precios significa que baja también la gasolina. Es bien sabido que la gasolina determina también la subida o bajada de precios en las mercancías. Al tener menor coste la gasolina el coste de traslado de mercancías se reduce también.

Pues bien, con la caída del petróleo el precio de la gasolina también bajó… pero contrariamente a lo que indicaría la lógica, las mercancías suben de precio.

Tenemos así que el capitalismo busca subir los precios con la especulación, pero al mismo tiempo los precios deberían bajar por la reducción del costo del petróleo ¿cómo poner a punto la máquina que por una punta tira para un lado y por la otra punta tira para otro sitio distinto?

Normalizando los precios del petróleo.

Esto ha llevado a que en México AMLO anunciara hace unos días la reducción en la producción petrolera en un grado de 100,000 barriles diarios; Trump, por su parte, reduce en 250,000 barriles diarios la producción estadounidense.

Esto tendrá como consecuencia que, al producirse menos, el precio del barril de petróleo se normalizará a los precios anteriores a la ofensiva petrolera de Arabia Saudita.

Tenemos entonces que mientras el capitalismo busca especular con los precios, el Estado, el perro guardián del capitalismo, se encarga de normalizar los precios del petróleo para que esto impida cualquier bajada de precios de las mercancías.

¿Nos damos cuenta del actuar criminal del Estado y del capitalismo?

La gente muere en los hospitales por un virus; los despiden del trabajo y, con goce de sueldo, sin goce de sueldo o con paga disminuida, las mercancías suben de precio.

En este contexto, cuando la gente más necesita comer y consumir, el Estado y el capitalismo, esos dos criminales, se dan un abrazo fraterno para estrangular más al pueblo.

Así es que incluso cuando el capitalismo no especulara con los precios y no aumentara los mismos, la bajada del precio del petróleo obliga a bajar los precios y si estos se mantienen es también una forma de especulación. Situación que se agrava cuando no solo se mantienen, sino que se elevan ¿cabe mayor sinvergüenzada?

Irse a casa, que es lo que se recomienda en estos casos, se convierte, se vea como se vea, en una cosa racional en cuanto a la contención de la pandemia se refiere, pero en una auténtica ofensiva contra los trabajadores por parte del Estado y el capitalismo por otra.

Lo racional en estos casos implicaría la socialización de los medios de consumo, pero no vayamos tan lejos. Una economía medianamente justa implicaría un inmediato paro de los pagos de alquiler, créditos y deudas, así como una bajada de precio de los productos y aislamiento laboral con total goce de sueldo. De esta manera al terminar la pandemia la economía apenas se habría resentido porque el poder adquisitivo del trabajador no sería mínimo y la economía se recuperaría pronto.

Pero ni siquiera estas medidas tibias son tomadas. Se deja actuar al capitalismo en un auténtico bandolerismo económico agudizando las condiciones de precariedad justamente cuando se vive una pandemia.

La actuación, pues, no puede ser más criminal.

¿Verdad o mentira?

Ahora bien ¿el virus existe o no existe?

Evidentemente hay también una inflación de las cifras de muertos e infectados por el virus que daría para otro artículo, pero el virus existe, es real, y es tan real que, si bien no tiene el poder de mortalidad de otras pandemias, ya ha cobrado la vida de compañeros anarquistas.

Este mero dato sería suficiente para que quienes se asumen de estas ideas no dudarán un minuto de la existencia del virus.

Esos compañeros anarquistas fallecidos por el virus, cuya memoria abrazo y quiero por ser hermanos de ideas, deben ser una muestra de que esto es algo serio.

La tasa de mortalidad del virus es baja, es cierto, pero es una verdad indudable que el virus existe.

Lo peor de este virus no es su tasa de mortalidad, sino la utilización que se hace del mismo: creación de un pánico que tiene consecuencias desastrosas para el trabajador. La economía aplasta al trabajador con un peso terrible, y esto, amigos y amigas, no es ninguna invención.

Esto, que es real, se transforma en un arma más del capitalismo, enemigo implacable del pueblo trabajador.

Autodisciplina

Ahora bien ¿qué hacer?

Se trata de una contingencia, y como tal, impone condiciones propias por sí misma, al margen de lo que diga el Estado.

Salir a las calles propagaría el virus; virus que pueden solventar en gastos los que mejor posición ocupan, porque estar infectado no implica solamente medicinas que pueden (o no) ser gratuitas, sino también el traslado de familiares a los hospitales y los gastos que esto genera, aislamiento de la persona infectada cuando a veces se carece hasta de casa propia, persona que además no puede aportar a la ya precaria situación familiar.

En estas condiciones, me parece, es necesario tener autodisciplina y mantenerse aislados.

El Estado puede decir misa. Jamás en la historia humana los trabajadores tienen nada bueno de escuchar al Estado. Pero en una pandemia da igual lo que el Estado opine.

Los trabajadores deben aislarse todo lo posible no por lo que diga su enemigo, sino por responsabilidad propia.

¿Deben salir a trabajar porque de lo contrario no comen? ¡Entendible! Me parece que nadie ha pensado en decir a los trabajadores que se queden en casa aun cuando se mueran de hambre.

¿Deben salir a comprar alimento? ¡Desde luego! Creo que nadie ha dicho que se alimenten de piedras.

Pero fuera de esas necesidades vitales para el ser humano hemos de mantener una disciplina propia que ahogue el virus, porque entre más rápido pase será mejor para todos.

No podemos esperar absolutamente nada del Estado, que como ya vimos se funde en abrazo fraterno con el capitalismo para matar de hambre al pueblo; no podemos esperar nada de nadie que no seamos nosotros mismos ¿No es algo que han repetido los anarquistas durante casi dos siglos de existencia?

Sepamos estar a la altura de las circunstancias compañeros. Demos al pueblo una muestra de responsabilidad.

Algunos compañeros hacen lo que pueden para no detener sus actividades anarquistas: escribir, editar libros y periódicos, huelga de alquileres, donación de elementos de salud a sectores precarizados, presión a las instituciones estatales para dotar de elementos sanitarios a los hospitales, y un largo etcétera de cosas que son dignas de aplaudir, porque ni siquiera en plena pandemia se detiene el impulso anarquista.

Esto pasará compañeros, pasará indudablemente dejando una huella de desastre para la ya precaria economía de los trabajadores. Pero mientras pase no debemos parar nuestras actividades, sino llevarlas a cabo con otras características como están haciendo compañeros y compañeras en todo el mundo.

A la pregunta inicial “¿Qué hacer?” solo le puede corresponder una respuesta: continuar siendo anarquistas en pandemia o sin pandemia, en la contingencia y cuando esta pase, porque de mantener una estricta conducta anarquista depende el presente y el porvenir de nuestras ideas.

Mantener una autodisciplina y llamar a todos a la misma, de manera que nuestra conducta de responsabilidad contraste con la estupidez e irresponsabilidades del Estado y haga ver a los ojos de los trabajadores quienes son sus enemigos.

Mantengamos nuestras posiciones. Inflexibles a todo reformismo. A la altura de las circunstancias. Prestos a regresar a las calles y los locales en el primer minuto que podamos.

Erick Benítez Martínez. Abril del 2020

Notas:

1.- Es mentira que los almacenes estén en la actualidad abarrotados como a veces repiten algunos escritores anclados en prácticas del siglo XIX.

Es verdad que entonces los almacenes rebosaban de mercancías, pero esto tenía como consecuencia la parálisis de la producción, el desempleo, el nulo poder adquisitivo y las acostumbradas “crisis económicas” por sobreproducción, lo que generó en su momento intensas revueltas sociales y revoluciones en todo el siglo XIX y XX.

En la actualidad, y por inspiración de Keynes, el capitalismo produce lo que se puede consumir solamente, generando con esto una producción carente de intensidad, permitiendo así algo de descanso al trabajador para producir después, pero también algunos ingresos económicos que le permiten tener poder adquisitivo, con lo cual el consumo no se detiene, la producción se mantiene y la economía carece de esas constantes crisis económicas. De ahí, en parte, que las agitaciones sociales, si bien se producen, no son tan intensas como antes.

Así es que tenemos que al capitalismo le conviene producir no en forma acelerada, sino de manera suficiente para que la producción no se detenga, pero que tampoco le genere sobreproducción con las consecuentes crisis y paralización de la producción.

Es mentira, pues, que los almacenes estén abarrotados y que en una revolución se puedan todos dedicar a la fiesta revolucionaria y gritar “¡Abajo el trabajo!”.

Los almacenes resistirán un par de días, pero habrá que continuar produciendo si no se quiere llegar a situaciones de carencias y con ello el desastre de todo movimiento revolucionario.

El capitalismo muta, no es el mismo del siglo XIX, y debemos entender sus movimientos para saber cómo actuar contra él.

2.- Los actuales medios de producción son suficientes para que, puestos a trabajar intensamente, den productos suficientes a la población sin que esta apenas labore un par de horas.

Las fábricas que ahora producen X cantidad de productos podrían producir el doble o el triple, pero se las explota solamente lo suficiente para mantener el abasto necesario.

Tenemos, pues, que a pesar de poder eliminar la pobreza esto no se realiza y se prefiere mantener los privilegios de unos cuantos basados en la miseria general. En síntesis: ellos son ricos porque nosotros carecemos de todo.

3.- Nuestros demócratas liberales se pisan la lengua diciendo que gracias al patrón hay trabajo y los trabajadores pueden vivir, pero vemos en esta pandemia que la clase política no produce absolutamente nada necesario, los burgueses y capitalistas se han ido a sus casas en la playa a pasar la pandemia, y son los trabajadores los únicos que mantienen a flote a la sociedad.

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Diario de la Pandemia

El 14 de Marzo el gobierno decreta el confinamiento de toda la población en sus casas inponiendo el Estado de Alarma debido a la pandemia del Covid 19. No se permite entrar ni salir del país, se han cerrado las fronteras.

Comparecen en los medios el presidente, los ministros y los mandos militares. El presidente ha declarado la Guerra al virus. De repente, la Legión se pasea por los portales, la UME saca tanquetas para desinfectar las calles del barrio, hacen controles la guardia civil, la policia nacional y la policia local en la puerta de los supermercados, en las farmacias, en las estaciones de tren y de autobuses. Que nadie se mueva de casa.

En ciudades como Madrid o Barcelona, los sanitarios tragan saliba tras más de 40 días con las UCIS llenas, embolsando cadáveres a docenas, protegiéndose con bolsas de basura, mascarillas para bucear y decidiendo en pequeños comites quien ocupará los escasos respiradores. No hay EPI’s, ni material, ni personal sanitario suficiente. Las funerarias y los crematorios no dan abasto.

A las 20.00 de la tarde surgen los aplausos a los sanitarios pero con el paso de los días los aplausos se mezclan con canciones y las canciones con ideologías. Proliferan las banderas en los balcones, los himnos, y cuando te quieres dar cuenta, ya está sonando el cara al sol y se oyen los ¡Viva España! al son de los militares ocupando posisiciones en el barrio como quien monta un puesto en el mercadillo.

Te levantas por la mañana, enchufas la cafetera y devoras la prensa. La media son unos 250 decesos de los 1000 diarios de las primeras semanas de pandemia. Es 1 de mayo y el recuento de los daños colaterales no alcanza a la vista. Desde los ERTE’s Millones de trabajadoras cobran el paro que después volverán a pagar con el endeudamiento del Estado. El déficit suma el 9,2% del PIB, el Estado hace aguas, te preguntas como quedará el país cuando todo esto pase.

Al atardecer sintonizas las noticias en la radio y hay nuevas declaraciones de los mandos del Ejército y de la Guardia Civil. Pensabamos que se trataba de un movimiento solidario de responsabilidad ciudadana pero pronto caes en la cuenta que es un Estado militar y normalizas la presencia del ejercito en las noticias y en la puerta de tu casa. De repente entiendes porqué el gasto en defensa es 10 veces mas que el gasto en sanidad, porque sobran militares y Guardia Civiles por todo el país y falta infraestructura sanitaria en todas las comunidades.

El gobierno despliega al ejército pero deja a los bomberos en casa.

Antes de que te des cuenta las noticias de sucesos aumentan y ayudan a la comprensión del ingente gasto militar mientras siguen faltando respiradores, EPI’s , personal sanitario o mascarillas para la ciudadanía.

Los medios de comunicación se apresuran a buscar el suceso por pequeño que sea. Hay que justificar el trabajo de la Guardia Civil, de la UME, de la Legión Extranjera, hay que desviar la atención de la precariedad absoluta de la sanidad. Proliferan las noticias de sanciones administrativas y detenciones. Se pasa de la noticia aislada a las estadísticas. Hay que justificar el gasto, hay un repunte de los sucesos y hay un renacer de la sociedad delatora propia del fascismo más rancio.

El gobierno facilita los ERTE’s. Las empresas presionan al gobierno y el gobierno exprime las arcas mientras mendiga en el parlamento europeo una nueva deuda. Recuerdas la crisis de 2008. Te las ves venir. Vuelven haber declaraciones que siguen normalizando la situación.

El paternalismo desatado en el discurso de las autoridades y de los medios de
comunicación provocan la sumisión brutal de la ciudadanía siguiendo al pie de la letra las medidas. El Estado se alza como salvador de la ciudadanía y la ciudadanía se arrodilla ante el milagro del nuevo “Papa” esperando ser salvados del virus y la brutal crisis económica y social que se avecina. Olvidan que solo el pueblo salva al pueblo.

Papa Estado anuncia un despliegue de ayudas economicas a la ciudadanía sin parangón en las últimas decadas, que en la práctica no llega, ayudas que son créditos y moratorias que pagará la ciudadanía porque asi lo ha decidido el gobierno. La deuda fiscal para las familias está a la vuelta de la esquina pero mientras tanto el pueblo volverá aplaudir a las 20.00 desde sus balcones.

Es 1 de mayo y no hay nada que celebrar, es un día de lucha, de reflexión y de autocrítica. Pero hoy más que ayer, es un día para organizar la lucha de la clase obrera de mañana.

¡Si nadie trabaja por ti que nadie decida por ti!

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La alternativa. Un momento de cambio para afrontar esta crisis desde el punto de vista del comunismo libertario.

PRIMERO: La vida contra la economía individualista

Arropándose en el nombre de la libertad, mucha gente se está viendo seducida por esa vertiente individualista tan nociva para el conjunto social. La visión que nos dio la Ilustración de la libertad, como un concepto en el que el individuo prevalece, a tenor de un egoísmo desenfrenado, por encima del colectivo, ha calado muy bien en el pensamiento neoliberal y ha sido, al fin y al cabo, grabado a fuego en la mentalidad de millones de personas a la hora de concebir el proyecto de su vida como una carrera a contrarreloj contra el resto, pisando cuellos y lamiendo culos, sin opinión ni principios, sin valores ni justicia. Esa concepción impregna tanto el tejido empresarial como el político y el administrativo, por eso, entiendo necesario recordar que cualquier alternativa política en la que tú mismo no seas el ejecutor de acciones directas es una farsa.

Arropándose en esta libertad individual nos han llegado a decir que, uno en cuanto es libre, puede andar ajeno a la sociedad, por lo que si tiene poder suficiente (es decir, capacidad, normalmente económica, para oprimir al resto) puede y debe hacerlo porque es fruto de sus derechos, bien heredados, bien obtenidos por su propia obra. Con este argumento se justifica la deriva de la privatización educativa por la libre elección de centro, en detrimento de una educación universal común, se justifica el dominio de otro cuerpo para ser violado o subrogar su vientre, se justifica portar armas, se justifican los privilegios de los que más detentan sobre los que menos y, en definitiva, se desfigura el verdadero sentido de la libertad, que es, simplemente, la convivencia en una sociedad en ausencia de opresión.

Es notable el predominio de este pensamiento de la libertad individual en las sociedades más fragmentadas y en la que toda lucha social ha sido anulada. En el contexto de la pandemia internacional actual, vemos a los fascistas arguyendo que por su propia libertad tienen derecho a salir a la calle. Para ellos el primer mensaje de este recordatorio, la libertad primero es del colectivo, en tanto que seres sociales, más aún si la externalidad de tu comportamiento individual conlleva la muerte potencial del resto de seres humanos.

Igualmente se pretenden interponer las necesidades económicas ante la salud de la comunidad. Se está revelando por fin, a ojos de la sociedad, lo que el anticapitalismo lleva casi un siglo advirtiendo: este sistema económico es contrario a la vida de los trabajadores y al medio en el que vivimos, en suma, es nocivo para la gran inmensa mayoría de la sociedad. En muchos lugares nos vamos a encontrar con choques frontales entre la economía y la vida de la gente.

SEGUNDO: Atacarán tus derechos

Previsiblemente estamos entrando en la gran catarsis económica de nuestro tiempo. Dentro de poco, después de habernos despedido masivamente, nos responderán que la culpa de la elevada tasa de desempleo es la poca flexibilidad del mercado de trabajo y que para recuperar su sistema debes aceptar perder salario, jubilarte más tarde y trabajar más horas. El segundo mensaje de este recordatorio es que la productividad en una sociedad es fruto del esfuerzo de los trabajadores mediante el uso de los medios de producción. El beneficio lo crea el trabajo del operario, del agricultor y del distribuidor, del personal sanitario, del investigador, el administrativo… De ninguna manera genera nada el que ostenta la propiedad parasitaria de los medios de producción. Los medios están ahí y ante esta coyuntura entre la vida y el máximo beneficio económico, hay que valorar hasta qué punto vamos a tolerarle este pulso al capital.

Teniendo esto presente, es sabido que en todas las crisis económicas que ha sufrido la sociedad española, un factor que el liberalismo económico desde el gobierno siempre señaló como causa de la crisis, es la rigidez del trabajo. Esto quiere decir, simplemente, que le echan la culpa a tus derechos como trabajador, a las conquistas sociales que nos hacen no vivir tan en la miseria como lo hicieron nuestros abuelos. Tras cada crisis intentan desmontar esas garantías argumentando que es necesario una mayor flexibilidad del mercado laboral para combatir el desempleo. El resultado es siempre el mismo, un fracaso de reforma laboral que torna el poder de las negociaciones hacia la patronal. Simplemente es necesario advertir que en cualquier momento, se volverá a acusar a los derechos sociales y laborales como origen de esta crisis económica que se deviene, volverán a atacar nuestras condiciones de trabajo y a darle poder al empresario para llevar nuestro sistema económico un paso más hacia ese capitalismo individualista. Es el momento de cuestionarse si vamos a tolerar esta situación.

Probablemente la toleraremos y, como viene siendo costumbre, aceptemos otra reforma. El estado se reviste cada día de elementos más sofisticados para tornar la opinión pública hacia los puntos que les interesan, probablemente no censure ideas (que más bien podemos hablar de autocensura), pero no le es necesario, le basta con poder dirigir el debate político y de interés de la sociedad. Para estar preparados ante cada periodo de retroceso de derechos es imprescindible recuperar esa soberanía de las ideas. Esa es la verdadera libertad de expresión. Libertad de expresión es, al fin y al cabo, ser tú el que decides sobre qué pronunciarte y cuándo hacerlo. Sin embargo, cada paso hacia la deconstrucción de la opresión que sufrimos por el capitalismo es cuestionado por los medios de información. Donde surge una idea que puede mejorar la vida de mucha gente, la opinión pública es redirigida a recordar debates sobre cuestiones que empiezan a superarse, como ha venido sucediendo con la homosexualidad, las penas de prisión o la violencia de género.

TERCERO: La alternativa. La construcción de comunismo libertario

Este es un momento de cambio del que podemos sacar provecho. Es un momento único, que ha afectado a todo el mundo, con mayor o menor repercusión. Nadie es ajeno a esta situación a nivel global. Puede ser el despertar de mucha gente que esté dispuesta a dar, aunque sea, pequeños pasos hacia una nueva forma de ver las cosas.

Llegado a este punto, aviso de que no pretendo con esto imitar a un libro de autoayuda o vender un método infalible para alcanzar la felicidad, ni ninguna de esas basuras del estilo. Esto no es un manual de acción que contenga un método para cambiar la sociedad ni nada, eso debe quedar a discreción de cada comunidad. Los métodos impuestos sobre cómo debe cambiar la sociedad ya sabemos la deriva autoritaria que han solido tener. Establecer un modelo al progreso supone una limitación al desarrollo de la humanidad. En definitiva, que cada uno haga y sienta lo que vea conveniente en su entorno, yo presento lo que me ha sido de ayuda, en mi experiencia personal, para llegar a querer construir el comunismo libertario en mi entorno.

Nos encontramos en un momento para replantearnos qué elementos de nuestro alrededor nos ahogan y nos oprimen. Con este tiempo libre, animo a quienquiera que lea esto a dedicar un instante a pensar qué es lo que te perjudica como persona, cuál crees que es el origen de los pensamientos negativos que pudieras tener cuando te has enfadado en algún momento de la cuarentena. Probablemente no sea la discusión con un ser querido, sino algo más profundo, puede ser una forma de actuar o de pensar que no te habías replanteado antes, intenta cambiar eso. Tú mismo debes ser tu referente para la sociedad que quieres ver.

Ese análisis que comienza por uno mismo no para ahí, sino que puede expandirse a tu núcleo familiar. Si transmites esta idea puede que te hagan saber qué comportamientos estas teniendo que no son agradables para el resto, a menudo estas conversaciones son difíciles o incómodas, porque sacan disputas o situaciones amargas de recordar, pero piensa que es una manera de hacer mejorar la convivencia. Piensa en quién realiza ciertos trabajos en tu núcleo más cercano, quien carga con mayores responsabilidades, la planificación de las comidas, la ropa, los tiempos de recreo o las tareas del hogar. A menudo, suelen recaer sobre la mujer, pregúntate si esto te parece bien, o si la situación a la que la sociedad te ha llevado es lo mejor para tus seres queridos, es el ejemplo que luego vas a dar.

A partir de este camino de búsqueda de las opresiones podemos analizar nuestro barrio o nuestro pueblo. Se puede pensar qué cosas faltan en la vida en tu comunidad más directa, quién sale más desfavorecido y quién se enriquece en la distribución social que se hace, a quién la vida le abrió puertas y a quién le plantó muros. Una opción puede ser imbuir en la solidaridad a los unos para con los otros, el verdadero progreso de tu comunidad, si es lo que te interesa, pasa por el mejor vivir del común. Acaparar los recursos individualmente a partir de la explotación del resto suele generar tensiones sociales que, desde luego, están completamente justificadas.

Posteriormente, tú puedes fijar en el ámbito en el que analizar el sistema de opresión que se genera cada día contra ti, tu comunidad y la sociedad en general. Nada de lo que nos rodea está ahí por casualidad, los organismos que administran la riqueza que produce la sociedad están pensados muy detenidamente para garantizar su propia supervivencia y los privilegios de los que los diseñaron. Piensa cuáles son los instrumentos de los que hacen uso. Desde gran parte del entramado legal, a la mayoría de las funciones de cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, pasando por la representación política de la comunidad. A modo de ejemplo, en mi entorno, la administración local es, sin duda, el nivel administrativo con mayor grado de injusticias, arbitrariedad y descontrol político que podemos encontrar en nuestro sistema.

En tu entorno laboral, piensa quién se queda con el valor de la productividad que llevas a cabo cada día, y si la contraprestación que te ofrecen es suficiente, por ejemplo, puede parecerte que trabajar para comprar comida es necesario y pagar por ella justo en tanto que otra persona ha trabajado en un área complementaria para hacértela llegar. Sin embargo, puedes tener en cuenta el grado de especulación hay en la producción agraria e informarte de qué sucede con el margen de beneficio que va desde el agricultor primario hasta el consumo, quién obtiene el grueso del beneficio de esa transacción, esto es fácil de averiguar y es muy ilustrativo, suelen robar esa plusvalía siempre los mismos.

Lo opresión a nivel internacional es brutal en muchos aspectos y la documentación histórica de la tiranía del estatismo a los pueblos es abundante y muy ilustrativa si se estudia desde esta perspectiva. La fuente más notable de opresión a nivel internacional son las empresas religiosas. Organizaciones de raigambre capitalista profunda, su objetivo es el continuo crecimiento a costa del entorno, la manipulación de las masas y la obtención del máximo beneficio constante. Pero también hay que tener en cuenta los entramados estatales que promueven guerras para ganar mercados y recursos naturales, guerras para ensalzar absurdos nacionalismos y mantener así estructuras de poder, o que promueven irracionales tensiones entre pueblos porque los intereses políticos han llevado a otorgar determinados privilegios a unos sobre los otros.

El motor de todo este camino de la búsqueda de la opresión es al fin y al cabo el sentido de justicia y de equidad que cada uno entienda en sí mismo. Históricamente en el devenir de la sociedad, siempre unos pocos han dictado lo que es correcto y justo a su modo de ver, lo que no significa que sea necesariamente “justo” para el conjunto de los pueblos. La libertad de expresión a la que me refería antes es capaz de ser crítica con la “justicia” predeterminada y pensar más allá de lo prefijado, puede ser el motor interno que nos haga abrir los ojos hacia qué queremos en nuestro entorno, en definitiva, a lo que entendemos justo nosotros mismos.

Finalmente, una vez uno considera, cuál es la causa de hallarse en determinadas situaciones de angustia o que preferirías cambiar (insisto en que esto debería ser una reflexión individual, normalmente ser guiado por las clases políticas o las estructuras mediáticas suele revertir en la ya referida manipulación y la transfiguración de tus verdaderos intereses somo sujeto de esta sociedad). Digo, que una vez sepas las causas piensa qué puedes hacer para cambiarlo y, lo que es más importante, ponte en contacto con otra gente que empiece a tener esas mismas preocupaciones. Normalmente son más de los que crees, únicamente debes de empezar a dejar de verte cohibido por la expresión de tus preocupaciones, no sientas reparo en atacar al que te oprime, esa es la libertad real, haz uso de ella, ese es el autogobierno del individuo. Esto puede devenir en la organización de una asociación estable, en la creación espontánea y volátil de un movimiento que origine un único cambio, en la organización de una estructura o de tu ingreso en un determinado colectivo, lo que sea, la organización de los sujetos como elementos discordantes contra las autoridades que nos someten es imprescindible. Se podría intentar llevar esto a todos los ámbitos de tu vida, en el hogar, en la empresa, incluso en el ocio, piensa quién maneja tu ocio y si eres soberano de lo que haces para divertirte, si esa actividad lúdica que has consumido, (ir a comprar ropa, el cine, las series y la televisión, un concierto o un festival, el aparato electrónico que has comprado…) si esa actividad la realizas porque te es útil, o porque la publicidad te ha generado una necesidad que ni te habías planteado y ahora, al fin y al cabo, te sientes sometido a un nuevo foco de opresión. Piensa en qué gastas el remanente del valor que produces con tú trabajo y a quién beneficias con eso y si eso te conviene a largo plazo.

No es fácil rechazar las diferentes situaciones que empezamos a ver como perjudiciales para nosotros y para los que nos rodean. A menudo están tan integradas en nuestra forma de ser y de vivir que simplemente necesitarían cambios que no nos sentimos capaces de hacer, esto es igualmente comprensible y no debe ser motivo de desaliento. No se descubre todo de la noche a la mañana y probablemente cada día se reflexione sobre un aspecto nuevo. Es un proceso de deconstrucción continua en la que cada día se descubren nuevas situaciones opresivas a cambiar y en el que cada día se puede avanzar hacia mejorarlas.

Si descubres que eres el origen de la opresión de mucha gente, puedes decidir aferrarte a tu situación de privilegio y gozar de ella a costa de los demás, o por el contrario, intentar solidarizarte con ellos. Por otra parte, al detectar una situación o un comportamiento que te oprime, bien puedes conformarte, agachar el lomo y apretar los dientes, aceptar la situación y no cambiarlo, o bien, levantarte contra esa opresión, lo cual a menudo es difícil, pero sin duda, si se hace acompañado por gente en la misma situación que tú, será más fácil. Desde luego habrá privilegios difíciles de abdicar y focos opresivos difíciles de combatir, pero es un progreso continuo que seguramente te haga vivir mejor. En definitiva, este recordatorio te invita a tomar la alternativa hacia la búsqueda de una vida liviana, con menos opresiones, siempre en sociedad y a través del comunismo libertario.

Diego Velasco Fernández

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LO QUE VIENE CON LA PANDEMIA

Quisiera aprovechar esta oportunidad de publicar un trabajo en el contexto del Primer de Mayo sobre la problemática que va a vivir la población en el futuro inmediato y muy concretamente la clase trabajadora. El Uno de Mayo se celebra como homenaje a un grupo de luchador@s y trabajador@s que fueron asesinados tras la huelga de Chicago de 1886. Ell@s querían el bienestar de la clase obrera y de lo que es el «pueblo»1, reivindicando en su actualidad las ocho horas, entre otras propuestas, para el bien de sus semenjantes. Por ello cabe reflexionar sobre el horizonte inmediato que se asoma ante la actual crisis sanitaria que también será económica, y replantear nuestras posibles reivindicaciones, oportunidades y formas de organizarnos.


Vino una pandemia


Se ha desatado una pandemia de un nuevo virus que ha mostrado ser muy contagioso y con la suficiente peligrosidad como para matar a personas vulnerables. Después de cien años, se han tenido que tomar medidas especiales contra una pandemia en el mundo occidental, que ha paralizado la economía, no ya solo por decretos, sino por el propio descenso de la mayor parte de la demanda. Salvo algunos casos, empresas, autónom@s y trabajador@s, han dejado de recibir ingresos, con el consiguiente peligro de las personas con menos recursos (asalariad@s, trabajador@s en negro, parad@s de larga duración…), y el ruido de quienes aunque tengan bastante más (empresari@s), tienen más capacidad de hacer ruido, dándose bastantes casos de exigir una apertura de los negocios y de la economía, que no llegaría a nada, porque la demanda seguiría igualmente reducida. El resultado es que aunque la economía se para, la vida continúa, encerrada, pero con necesidades de consumir alimentos, agua, energía y desechar (la basura). Y en la actual situación, necesitándose un trabajo extraordinario en los servicios sanitarios. En suma, hay cierto consumo y gastos, que en algunos casos es normal e incluso grande, en un contexto de pocos ingresos y actividad económica. Todo esto sin mencionar el trastorno para una sociedad quizás muy segura de su inmunidad, tras la experiencia de pandemias pasadas. El virus ha mostrado no solo lo vulnerable que es el capitalismo ante un hecho natural, pero también del modo de vida y de nuestra mentalidad. Por llamarlo de alguna forma, al espíritu de nuestra actual sociedad. Esta pandemia promete cambiar muchas cosas en, al menos, la próxima década.


Viene una crisis económica


El capitalismo no va a reconocer sus carencias para gestionar una crisis pandémica como la vivida, y la que podrían llegar. Simplemente dejará pasar todo lo ocurrido y el déficit lo pagarán los Estados, es decir, con el dinero público. Ya pasó anteriormente en otras epidemias de la historia reciente. Pero ese gasto público extraordinario no está previsto en el último presupuesto, si bien se haya utilizado la reserva para imprevistos (que no espera un parón total de la economía en meses). En los siguientes presupuestos se deberá recortar en otras asignaciones para seguir cumpliendo con los programas. Es fácil pensar en los gastos militares, pero quizás no sea suficiente para pagar todas las ayudas donde se deben incluir las prestaciones que son prácticamente salarios reducidos de los ERTEs, sin olvidar las compras de material extraordinario para la crisis sanitaria (así como el personal contratado en la sanidad pública temporalmente).

Pero todo ello no tiene en cuenta algo mucho más profundo, difícil de resolver: el tejido económico de la España actual. En gran medida, nos basamos en una economía terciaria muy centrada en el turismo, que establece un modelo urbano caracterizado por la masificación de ciudades, transportes y ciudades. A veces incluso de algunos focos rurales. En segundo lugar, la hostelería, que aunque no depende del turismo, sí encuentra un complemento con este factor. Pero teniendo en cuenta las medidas adoptadas, desde luego sus ingresos van a ser muy inferiores, ya que no se permitirá la aglomeración que caracteriza la mayor parte de los sectores de este entorno. Otros sectores, como el comercio, se verán también afectados, aunque quizás en menor medida. En cambio, parece que se fomentará el teletrabajo (que ya avanzaba en algunas partes del mundo occidental), y se plantean las posibilidades de «reindustrializar» el país, es decir, incentivar el trabajo de producción, para compensar el previsible parón en el turismo y la hostelería, al menos durante el siguiente año o dos (hasta que se encuentre un tratamiento viable, si es que se encuentra).

Con todo no nos debemos hacer muchas ilusiones. Ya vimos que no hubo muchos escrúpulos en llevar a l@s emplea@s a trabajar en grupos y a hacinarse en el transporte público, mientras estaba prohibido los paseos individuales y otras actividades más bien aisladas. Seguramente estaremos bastante tiempo con todo tipo de medidas de seguridad en los trabajos, pero la alta actividad física en unos casos, el tocarse la cara sin darse cuenta en algún momento de ocho horas de trabajo diarios en otros, y las limitaciones materiales de siempre (que hacían que antes de la crisis podríamos encontrar todo tipo de aberraciones materiales en los centros de trabajo) hará que el contagio esté ahí, cosa que quizás debamos asumir como natural o irremediable teniendo en cuenta las características del virus, pero muestra que el hacinamiento en el trabajo no desaparecerá del todo, a pesar de su inevitable peligro. Se necesitará mucho tiempo para que el virus desaparezca prácticamente y los centros de trabajo, incluyendo las grandes cadenas, no pueden esperar tanto.

Sería una buena opción resucitar el trabajo productivo de pequeños grupos, o incluso a nivel individual, donde podríamos fomentar las pequeñas colectividades o «cooperativas» (en su sentido sano, no lo que pulula actualmente por ahí) pero para ello se necesitaría una dotación económica para comenzar un proyecto, medios seguros de hacer la llegar la venta teniendo claro una demanda segura, facilidades en infraestructuras, y otra serie de factores, que hagan segura la iniciativa.


Lo que vendrá


Como hemos mencionado anteriormente, parece que muchas cosas cambiarán. Habrá que aprender a vivir con este virus (y posiblemente con nuevas pandemias en el futuro), teniendo en cuenta que es perfectamente posible que surjan nuevos rebrotes. Hay quienes se sienten inmunes y prefieren su libertad a preocuparse por la población vulnerable, actitud que ha prosperado en Estados Unidos, pero en nuestro entorno la responsabilidad y la solidaridad parece tener prioridad. El único obstáculo frente a las medidas ha sido con el sentido común, donde en casos específicos se entiende muy claramente que no hay riesgos. Como el Estado sintetiza una realidad muy amplia en una serie de normas básicas, difícilmente puede considerar la gran diversidad de excepciones que pueden darse. Al final, el control de la pandemia no lo hace la policía, cuyo número es insuficiente, sino la propia conciencia de la población. Sin su colaboración y voluntad, es imposible reducir los contagios. Es desde el entorno más cercano donde se conoce lo que ocurre y desde donde se racionaliza con sentido común e información de l@s expert@s de lo que se va conociendo de algo que, en fin, es nuevo. A mi ver, la lucha contra esta pandemia tiene su éxito desde lo local, no desde el Estado, que solo ha hecho su papel de usar lo que realmente no tiene la población en su conjunto. Su gestión puede haber sido positiva o negativa, más o menos influida por l@s técnicos, pero es un buen funcionamiento local lo que puede limitar los contagios y dar pautas de seguridad reales y consensuadas. Y es desde lo local donde el anarquismo actual puede funcionar muy bien, recurriendo a los medios tecnológicos disponibles, preferentemente, pero si no comunicándose con las medidas que se puedan adoptar en distancias y equipo. En esto, lo comunitario debe distinguirse de lo privado y estatal.

Esto sería lo deseable. En cuanto lo que va a pasar, podemos aventurarnos a predecir un fortalecimiento del modelo socialdemócrata y un debilitamiento del neoliberal, incapaz de dar respuesta y que no ha ofrecido gran resistencia a las requisas del Estado en un problema del que se desentendían (hasta tal punto de que las clínicas privadas derivaban a la sanidad pública a sus pacientes). No podían dar respuesta ni daban ni dan, ni tenían por qué, dar cuentas a nadie de su gestión ante nadie que no sea su pequeño circulo particular. No parecía ni parece la mejor actitud en la actual situación, y si bien el control del mundo lo siguen teniendo quien tenga el dinero, y estos son hoy liberales o neoliberales, parece claro que la población actual, que no es ni mucho menos anarquista en su mayoría, apoyará el modelo socialdemócrata, con los matices que se le quiera dar. Si junto a esto se da ese proceso de reindustrialización, para no repetir la dependencia que se ha tenido en la crisis para adquirir respiradores, mascarillas y demás material y equipo, vamos a encontarnos en un escenario nuevo, ya que dicha «industrialización» (como sinónimo de economía productiva y no de servicios, de sector secundario y no terciario), que tampoco significa una vuelta atrás a lo que teníamos en los años setenta u ochenta. Será diferente, quizás con menor número al as grandes masas industriales conocidas, con cadenas más aisladas, con más protecciones, y muy probablemente una mezcla entre las nuevas tecnologías y la producción de material básico, más allá del sector alimentario, que en España se mantenía activo, y que así ha continuado (con sus altibajos) durante la pandemia. Existen posibilidades de cierta ruralización, pues si se limitan las fronteras, se necesitará una intensificación agrícola en el país y un cambio de mentalidad de la población frente a la urbanidad y la ruralidad, que ya veremos cómo se da. Es muy probable que se limiten los viajes, especialmente en avión, ya que parece que ha sido uno de los principales medios de la expansión. Cogen fuerza las propuestas de decrecimiento, ya que muchas de sus propuestas se han llevado a la práctica de forma inevitable, pero el nivel de consumo será más instintivo por los factores que se impongan que por la propuesta decrecimientista en sí, lo que hace que sus propuestas no seguirán la lógica y sentido de este movimiento, por lo que quizás veamos contrasentidos. Desde luego, la deuda pública que se va a generar, no se va a perdonar, y es previsible quienes lo van a pagar y con creces, porque vendrá acompañado de recortes de derechos que sirven para defendern@s. Por ello conviene hablar de nosotr@s.

Tenemos varias cuestiones inmediatas: promete que al menos durante un año, dos o tres, no habrá manifestaciones ni concentraciones de más de quince personas, afectando también a muchos piquetes. Las asambleas no podrán superar cierto número y para prevenirlo habría que limitar su libertad, por lo cual la condiciona muy negativamente, y son nuestras principales formas de resolver cuestiones y tomar decisiones. Sabemos, por experiencia, las grandes limitaciones de las videoconferencias, que funcionan, pero no establecen las mismas garantías para tod@s. Sin duda existen formas de hacerlas seguras pero es probable que las autoridades no confíen y las quieran limitar. Por otra parte, sí quedan muchas formas de acciones y de organización. No parece que se limitará gran cosa el reparto de octavillas, al menos no legalmente, pero suponiendo que existirán algunas medidas o recomendaciones. Actividades en la calle en pequeños grupos se podrán hacer. Dentro de los centros de trabajo, la naturaleza de las actividades que ya llevábamos, mucho menos hacinadas que el trabajo en sí, promete que no se alterará en casi nada. Parece que incluso la huelga se ven más favorablemente, y desde luego una huelga, que es no trabajar hasta que se cumplan unas reivindicaciones, se podrán hacer casi ningún problema (e incluso evita los contagios). Se tendrá que revitalizar las redes sociales y las actividades digitales, a pesar de que sabemos que es un mundo saturado y que responde más a fantasías que a realidades, que es donde la lucha social puede ofrecer su fuerza. Pero sin duda encontraremos formas de organizarnos y de actual que puedan ser compatibles con lo que parece que se avecina. Desde luego estaremos en un contexto de crisis de consumo y de libre mercado, con una más que probable racionalización de la distribución y de las necesidades, que pueden redirigirse desde su posición probable (que es desde el Estado) hacia el conjunto de la gente organizada, en una especie de ensayo de lo que entendemos del comunismo libertario2. Ojalá podamos encontrar mejores formas y fortalecernos en alguna forma pueda desarrollar el «movimiento».

En una cosa sí ganará el capitalismo: se incrementará la atomización social, fomentándose los aislamientos. En cambio, habrá mucha conciencia y responsabilidad con los demás en los contextos de pandemias más o menos peligrosas. Cabe replantear estos valores, que siempre ha defendido el anarquismo (la autodisciplina, conciencia social, problemáticas colectivas…) para poder aplicarlos en el futuro inmediato que se nos avecina.


Francisco José Fernández Andújar